Lo que los medios no dicen acerca de María Corina Machado
Por Steve Ellner
Fuentes: NACLA / Rebelión
Con toda la bomba
publicitaria acerca de María Corina Machado como la verdadera esperanza para
superar los 25 años del gobierno autocrático en Venezuela, los medios
corporativos pasan por alto varios factores claves referente a las elecciones
presidenciales pautadas para el 28 de julio. Primero, EE.UU. ha desempeñado un
papel central en apoyar las aspiraciones presidenciales de Machado y, una vez
que quedó claro que el gobierno de Nicolás Maduro permitiría su candidatura,
Washington respaldó la idea de que ella tenía el derecho de escoger quien
representaría la llamada oposición democrática unida.
Segundo, nunca estuvo
claro en qué se basó Machado para asumir ese derecho. Esta pregunta es
especialmente relevante dado que había otros candidatos que eran igualmente anti-Maduro
pero mucho más calificados.
Y tercero, el
ascenso de Machado como líder suprema de la oposición venezolana forma parte de
una tendencia a nivel mundial en la que los dirigentes y movimientos de la
ultra derecha han logrado avances espectaculares en los últimos años.
En cada decisión
hecha por la oposición en los últimos meses, Machado ha tenido la última
palabra, mientras que los líderes del centro-derecha han terminado cediendo a
sus demandas. Su éxito está estrechamente vinculado al apoyo recibido de dos
aliados fieles: Washington y los medios de comunicación corporativos.
Machado no es la
solución fortuita para la oposición que sus aliados cercanos y los medios
alegan. Sin embargo, la oposición tiene mejores perspectivas de éxito que en el
pasado. A diferencia de las elecciones presidenciales de 2018 y las contiendas
siguientes, todos los partidos de la oposición han optado por participar en el
proceso electoral. Inclusive los más acérrimos anti-chavistas ahora reconocen
que el abstencionismo electoral ha sido un error. Además, los cuatro partidos
principales de la oposición conocidos como el G4, y su alianza más amplia, la
Plataforma Unitaria Democrática (PUD), están apoyando a Machado. En octubre
pasado, la declararon ganadora de las primarias de la oposición con un 92% de
los votos.
El gobierno
venezolano ha inhabilitado a Machado para ocupar cargos públicos por varias
razones. En principio la razón fue que en 2014 aceptó un nombramiento
diplomático del gobierno panameño y luego participó en una reunión de la
Organización de Estados Americanos (OEA) en representación de Panamá donde hizo
un llamado para la intervención extranjera en Venezuela. En junio de 2023, el
Contralor Nacional reiteró la inhabilitación.
Tras esto,
Machado insistió que el apoyo popular en Venezuela, conjuntamente con la
presión internacional, obligaría al gobierno de Maduro a echar atrás. Sin
embargo, poco antes de la fecha tope para la inscripción de los candidatos en
marzo, Machado cambió su posición y escogió un sustituto para su candidatura.
En una jugada sorprendente, Machado convenció a Edmundo González Urrutia, un
diplomático poco conocido, sin carisma y con poco interés en participar activamente
en la política, para ser el candidato presidencial de la PUD. Al aceptar la
candidatura, González indicó que no tenía intención de hacer campaña en todo el
país y agregó que "Maria Corina está haciendo
eso muy bien".
Hasta la fecha,
González ha participado solamente en solo uno de los diez mítines presidenciales
principales de Machado. “Machado se ha convertido en la reina de las tarimas”,
escribió Resumen Latinoamericano, y en el proceso ha eclipsado a los
otros dirigentes de la PUD.
A pesar de la aparente
unidad de la oposición, las dos corrientes políticas principales que respaldan la
candidatura de González Urrutia tienen objetivos en cierto modo divergentes. Para
el centro-derecha (liderado por los partidos del G4, Acción Democrática [AD],
Un Nuevo Tiempo y algunos dirigentes de Primero Justicia), la única prioridad es
sacar a Maduro del poder. Consideran que la unidad de la oposición es esencial
para lograr ese objetivo. No importa mucho quien sea el candidato ya que el
mensaje principal de la oposición es que el reemplazo de Maduro pondrá fin inmediato
a la grave privación que ha sufrido el pueblo venezolano.
La estrategia del
centro-derecha para llegar al poder contrasta con la de Machado y la extrema
derecha en dos aspectos claves. Primero, al enfocar su mensaje en el objetivo
de sacar a Maduro del poder, en lugar de políticas específicas, el centro-derecha
busca garantizar la unidad de la oposición y evitar posiciones divisorias. Y
segundo, un discurso menos agresivo tendría una mayor posibilidad de convencer
a los Chavistas aceptar resultados electorales no favorables.
Eduardo
Fernández, un candidato presidencial en 1988 quien aspiró a ser el candidato de
la PUD en 2024, hizo un llamado a la unidad nacional y a la “reconciliación” como una forma de
lograr la unidad de la oposición y al mismo tiempo convencer a los Chavistas a abandonar
el poder sin temor de represalias. Otro candidato presidencial, Antonio Ecarri,
que está fuera de la PUD, ha prometido mantener a Vladimir Padrino López como
Ministro de Defensa. Esta propuesta busca convencer a los Chavistas de que no
habrá represión contra ellos, similar a lo que Violeta Chamorro intentó
demostrar en Nicaragua cuando nombró al sandinista Humberto Ortega jefe
del Ejército en 1990.
En otra
demostración que él es nada más que un suplente, González Urrutia ha dicho que
su programa del gobierno es idéntico al que Machado presentó para su propia
candidatura presidencial. El programa de González promueve la economía de
laissez faire en su forma más extrema. Su propuesta electoral sobre el tema
económico lo demuestra: “La atracción de capitales privados es la solución, y la
estrategia para lograrlo es la privatización”.
La propuesta de
la privatización de petróleo no puede ser bien recibida por AD y su
desprendimiento, Un Nuevo Tiempo, quienes se atribuyen el mérito de la
nacionalización de la industria al gobierno adeco de Carlos Andrés Pérez en
1976. Manuel Rosales (de Un Nuevo Tiempo), que según Bloomberg “tiende a ser
más a la izquierda” que Machado, lanzó su candidatura presidencial respaldado por
el partido Fuerza Vecinal, que se opone explícitamente a la privatización petrolera. Partidarios de Machado criticaron a otro
aspirante presidencial, Henrique Capriles de Primero Justicia, por decir “el petróleo es del pueblo”.
A pesar de las diferencias,
Machado ha logrado imponer su posición en cada instancia. Por ejemplo, Capriles,
quien también estaba inhabilitado, se retiró de las primarias para evitar dar
al gobierno una excusa para marginar a la PUD completamente. Sin embargo, Machado
se negó a hacer lo mismo. Luego insistió que ella tenía el derecho de escoger al
candidato principal de la oposición. A pesar del debate dentro de la PUD sobre
este asunto, nuevamente el centro-derecha terminó cediendo a su exigencia.
Algunos líderes de la PUD apoyaron a Machado por temor a que ella optara por el
abstencionismo, una posibilidad que Capriles advirtió podría ocurrir.
Desde que Machado
escogió a González Urrutia, ella ha dado órdenes a sus aliados que no mencionen
la posibilidad de una privatización total en los sectores de la salud, la
educación y la empresa estatal PDVSA. Además, González asoma la posibilidad de
implementar un plan de “justicia transicional”, que podría significar una
actitud más conciliadora hacia los Chavistas. Sin embargo, Machado está tan identificada
con las posiciones radicales de la derecha que es difícil creer que este cambio
de postura sea más que una táctica pragmática de la campaña. Además, González carece
de capital político para poder desafiar la voluntad de Machado, si es que
alguna vez tuviera la intención de hacerlo.
Carlos Ron, El
Viceministro para América del Norte, me dijo “Machado no está engañando a nadie
al no hablar de una privatización masiva. Durante toda su carrera política, esa
ha sido una de sus principales banderas”.
La preferencia de
Washington por Machado se hizo particularmente evidente entre el 26 de enero,
cuando el Tribunal Supremo de Justicia determinó que ella no podía ser candidata
presidencial, y el 19 de abril cuando González Urrutia fue nombrado como candidato
de la PUD. Durante ese periodo, una periodista preguntó a Francisco Palmieri, Jefe
de la Misión de EE.UU a Venezuela ubicada en Bogotá, “¿Cualquier candidato de
la oposición satisface al gobierno de Biden?” Palmieri respondió directamente:
“Nosotros hemos, y vamos a seguir, apoyando a María Corina Machado
como candidata de la oposición democrática”.
Al adoptar esta postura, EE.UU.
descartó otras opciones para derrotar a Maduro. Manuel Rosales, por ejemplo,
tenía méritos a su favor. Además de haber sido elegido alcalde de Maracaibo y
luego gobernador del estado populoso de Zulia en tres ocasiones, su candidatura
presidencial fue apoyada por la Fuerza Vecinal, un partido nuevo que estaba
ganando popularidad.
Palmieri justificó el
apoyo estadounidense a Machado argumentando que ella había ganado las primarias
de la oposición, pero Rosales no había participado en ellas.
Además, hay 9 contrincantes
contra Maduro en las elecciones del 28 de julio. La oposición de la línea dura
acusa a algunos de ellos de “colaborar” con Maduro y los etiqueta de “alacranes”.
Pero no todos pueden ser llamados, ni remotamente, “colaboradores”, como, por
ejemplo, en el caso de Ecarri.
La posición del gobierno de
Biden en cuanto a las divisiones de la oposición conduce a varias preguntas y
asuntos importantes.
Primero, y ante todo, dado
el atractivo de otros candidatos presidenciales, el apoyo incondicional de
Washington a Machado no solo constituye una intromisión en los asuntos internos
de Venezuela, sino en los asuntos internos de la oposición. Claudio Fermín,
candidato presidencial por AD en 1993 y uno de los 10 candidatos para 2024, afirmó
“yo no había visto nunca una injerencia externa de tal
naturaleza en una campaña electoral venezolana”, y agregó que ella ha recibido
“un consentimiento exultante” de algunos en Venezuela.
El apoyo inquebrantable de
Washington a Machado posiblemente está relacionado con su versión extrema del
neoliberalismo que incluye la privatización de la industria petrolera.
Es posible que Washington
también vea con buenos ojos la línea dura de Machado hacia los Chavistas.
Durante el gobierno de Trump, Machado incluso solicitó a Washington que suspendiera
sus esfuerzos de establecer un diálogo con Maduro, que, para ella, era nada más
que un “fraude”. Ella también rechazó
la “impunidad” para los Chavistas a quienes acusa de “criminales y mafiosos que han utilizado el dinero proveniente
del narcotráfico y la comida de los venezolanos”.
Esta línea dura contrasta con
la posición del encuestador opositor Luis Vicente León quien sostiene que las
negociaciones entre la oposición y el gobierno de Maduro son necesarias e
inevitables, independientemente del resultado de las elecciones del 28 de
julio. Su argumento cobra relevancia dado que el nuevo mandato presidencial no
comienza hasta 6 meses después de esa fecha.
La decisión de
Machado de nombrar un sustituto y centrar la campaña en su figura personal parece
destinada a desafiar al gobierno que ha prohibido su candidatura. Su estrategia
confrontativa apunta a romper radicalmente con el pasado chavista y allanar el
camino para la implementación del tipo del neoliberalismo que ella apoya.
Los medios de comunicación
corporativos: Otro firme aliado de Machado
Los medios han detallado cada
una de las acusaciones contra el gobierno de Maduro por violar las normas
democráticas durante el proceso electoral. Sin embargo, no han informado sobre la
violación más significativa del principio de la democracia: los devastadores efectos
de las sanciones que van a influenciar a que muchos venezolanos opten por votar
por la oposición como la única vía para normalizar las relaciones con
Washington. Así que los medios corporativos omitieron las declaraciones del
ex-presidente colombiano Ernesto Samper quien describió las
sanciones como una forma de “colonialismo monetario” y una intromisión en los
asuntos internos de Venezuela y otros países.
Los medios corporativos
han actuado como una caja de resonancia para las afirmaciones de Machado, incluso
aquellas que algunos consideran dudosas.
Su alegato de contar
con un apoyo abrumador tanto nacional como internacional refuerza dos de sus argumentos
centrales. Primero, que ella tenía el derecho de escoger al candidato de la
oposición. Y segundo, que en esta ocasión, y a diferencia de los años
anteriores, el abstencionismo electoral no es necesario. Sin embargo ¿son
creíbles estas afirmaciones? Hay hechos que las ponen en duda.
Los resultados
anunciados de las primarias de la oposición el pasado octubre, que dieron a
Machado un 92% de los votos, han sido objeto de cuestionamiento. Machado había
vetado la incorporación del Consejos Nacional Electoral (CNE) en el proceso de
las primarias. En contraste, Henrique Capriles y otros líderes del centro-derecha
favorecieron su participación en base de que el CNE ofreció un mayor
apoyo logístico que incluía 5000 centros de votación.
Las primarias fueron supervisadas
por la ONG “Súmate.” Machado es fundadora y previamente vicepresidente de
Súmate, que estableció 3000 centros de votación, algunos de ellos en casas
particulares. Súmate ha sido denunciada por recibir fondos del notorio National
Endowment for Democracy. Teodoro Petkoff, destacado líder de la oposición, lo
acusó por practicar un estilo autoritario. Petkoff, quien fue pre-candidato presidencial en 2006
(y luego asesor principal del candidato Manuel Rosales para las mismas
elecciones), anunció que no participara en las primarias de ese año organizadas
por Súmate, precisamente por la falta de confianza en esa organización.
Carlos Prosperi de AD, candidato
en las primarias en octubre del año pasado, rechaz los resultados anunciados por Súmate. Su
acusación fue reforzada por el hecho de que Súmate no auditó el conteo
y que los votos fueron quemados inmediatamente después del escrutinio.
Luis Vicente León también ha
puesto en duda la afirmación de Machado de que González cuenta con el 80% de
apoyo electoral, destacando que los mítines de Capriles en la campaña
presidencial de 2012 fueron “absoluta y claramente superiores a las movilizaciones de
Machado”.
León, quien claramente
simpatiza con González, sostiene que hay demasiadas variables en juego para
predecir una victoria de González el 28 de julio. Plantea la posibilidad de que
mediante lo que denomina “ingeniería electoral” (muy distinto a fraude electoral),
Maduro puede ganar las elecciones. Como ejemplo, señala la posibilidad de colas excesivamente
largas en los centros de votación de áreas de clase media donde el sentimiento
anti-chavista es notablemente fuerte.
Este análisis contrasta
con las declaraciones de Machado, ampliamente difundidas por los medios
corporativos, de que Maduro sólo podría ganar medianamente un “fraude gigantesco”.
Machado y el surgimiento
de la derecha extrema a nivel internacional
Machado recibió
menos del 4% de los votos en las primarias de la oposición para las elecciones
presidenciales de 2012. Su ascenso como líder “principal de la oposición”
refuerza los esfuerzos por crear lo que algunos llaman “un internacional
reaccionario emergente” o, como lo describe Steven Forti en la revista NACLA,
una especie de “familia global” de la extrema derecha.
Las posiciones de
Machado en su mayoría coinciden con los dirigentes y movimientos reaccionarios
que han surgido en el siglo 21 en América Latina. Su defensa al capitalismo tipo
laissez faire, que incluye la desregulación para “estimular la iniciativa
privada”, apunta hacia un neoliberalismo estilo “shock-treatment”. Esta misma
tendencia se asemeja al compromiso de Javier Milei de “destruir el Estado desde adentro”, como
también la defensa del “legado económico de Pinochet” por parte del
ultra-derechista chileno José Antonio Kast.
Las posiciones de
Machado sobre las relaciones internacionales también están alineadas con la
visión geopolítica de la ultra derecha en otras partes del continente. No
oculta su sentimiento pro-EE.UU., y su hostilidad hacia sus adversarios
incluyendo a Rusia, China e Irán. En este sentido, predice que “una vez que logremos lo que vamos a lograr
en Venezuela, eso sí que va a ser una estocada final para regímenes como los de
Nicaragua y Cuba”.
Uno de los
aspectos distintivos de la ultra derecha es su odio hacia la izquierda, un
sentimiento que la retórica de Machado refleja claramente. Ella critica
fuertemente al Foro de São Paulo al que implícitamente acusa de
“múltiples dinámicas criminales
que van desde la corrupción feroz y obscena hasta el financiamiento del
narcotráfico, pasando por la presencia de grupos irregulares y terroristas”.
Sin embargo, en
su favor y a diferencia de la ultra derecha en otras partes del mundo, Machado
ha adoptado posiciones relativamente moderadas en temas sociales como el
matrimonio gay, el cual acepta, y los derechos reproductivos de las mujeres.
Machado es una
internacionalista. No sólo abraza posiciones reaccionarias sino que también ha
expresado abiertamente su apoyo y ha establecido relaciones con líderes derechistas
en Europa, Israel y América Latina.
Al igual que la ultra
derecha en otras partes, Machado toma partido en elecciones a favor de sus
contrapartes ideológicas en otros países. En las elecciones argentinas de 2023,
esperaba por la “derrota definitiva del Kirchnerismo” mientras que elogiaba a Milei
como “super claro, audaz, y lleno de
energía”. Manteniendo vínculos con el Partido Popular derechista de España, Machado
también enfatiza su relación especial con el partido ultra-derechista Vox, el
cual de acuerdo con la revista Jacobin “desempeña un
papel central en la emergencia de un internacional reaccionario”, mientras
llama a Santiago Abascal, dirigente principal de ese partido, su “amigo”.
El apoyo que
Machado recibe de sus aliados de la ultra derecha es más pronunciado que el de
los centristas. En una entrevista con Machado transmitida por YouTube, el
ex–presidente de Colombia, el derechista Iván Duque, calificó a la oposición
venezolana como “la resistencia”. Además, al igual que Machado en ese
entonces, afirmó que Chávez realmente perdió la elección revocatoria en 2004, a
pesar de haber sido declarado ganador con 59% del voto, un resultado validado por
el Centro Carter.
Machado, al igual
que Milei y Bolsonaro, encarna el populismo: es una figura carismática y
polarizadora con un discurso maniqueo sin el soporte de un partido político
fuerte.
En muchos países, el centro
derecha (como el Partido Popular en España, los dirigentes del Partido
Republicano en los EE.UU.) han pactado o aceptado los términos impuestos por la
ultra derecha. En otros países los partidos centristas tradicionales han visto
su apoyo reducido considerablemente o han sido desplazados por la ultra derecha
como en Colombia y Argentina.
La polarización detrás de
estas tendencias es precisamente lo que está ocurriendo en Venezuela. En ese
país, el 28 de julio, los votantes escogerán entre un candidato de la ultra derecha
y Nicolás Maduro, situado al lado izquierdo del espectro político.
Independientemente de los resultados electorales, los líderes del centro-derecha
de la PUD no se recuperarán fácilmente de las heridas causadas por la ultra-derechista
María Corina Machado.
Steve
Ellner es profesor de historia económica jubilado de la Universidad de Oriente
en Venezuela, y actualmente un editor asociado de la revista Latin
American Perspectives. Es autor de El
fenómeno Chávez: sus orígenes y su impacto (Editorial
Tropykos y el Centro Nacional de Historia) y compilador de La
izquierda latinoamericana en el poder: Cambios y enfrentamientos en el siglo
XXI (CELARG).
Traducido con la
ayuda de Carmen Sánchez de Ellner y Michelle María Ellner.
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