LOS RETROCESOS DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA: ¿QUE SIGNIFICAN?
La izquierda latinoamericana ha sufrido una serie de derrotas desde 2015, empezando con la elección de Macri en Argentina. Steve Ellner rechaza la tesis que esas derrotas señalan un “fin del ciclo” en el cual los avances serán borrados y olvidados.
Entrevista al académico Steve Ellner, por Alan Freeman
Traducción de Patricio Zamorano,
Co-Director y Editor Senior de Español de COHA
Freeman: Los gobiernos latinoamericanos progresistas del siglo XXI, los
llamados gobiernos de la “Marea Rosa”, han recibido fuertes golpes en el pasado
reciente y han sido reemplazados por gobiernos conservadores y de derecha en
Brasil, Argentina y Ecuador. ¿Qué dice la gente de derecha sobre los
contratiempos de la izquierda?
Ellner: Los detractores del fenómeno de la Marea Rosa insinúan o declaran
explícitamente que pronto se convertirá en una cosa del pasado sin ningún
efecto duradero. La visión está respaldada por la narrativa del
"dinosaurio" y la tesis del "fin de la historia" de Francis
Fukuyama, junto con el argumento estándar de los derechistas de que el
socialismo y las políticas asociadas con éste terminarán en el basurero de la
historia. Estos escritores y activistas políticos, sin embargo, ignoran que el
socialismo realmente no ha sido puesto a prueba porque ninguno de los países de
la Marea Rosa ha sido socialista. El ochenta por ciento de la economía
venezolana, por ejemplo, es propiedad del sector privado.
Algunos de los mismos analistas usan la
metáfora del péndulo. La implicación es que la política en la región se
caracteriza por un patrón cíclico en el que nada cambia realmente con el tiempo, incluso cuando los gobiernos se alternan entre los
líderes de izquierda y de derecha (1). La metáfora del péndulo, sin embargo, va
en contra de la teoría del "regionalismo post-hegemónico" en América Latina, que considera que la Marea Rosa
inició una nueva fase que desplazó la hegemonía estadounidense basada en el
neoliberalismo. Estos escritores agregan, sin embargo, que la Marea Rosa no ha
dado origen a un único modelo bien definido (2). Aunque la teoría se formuló en
la cúspide de desarrollo de la Marea Rosa, sus defensores continúan destacando
su relevancia en la región.
Freeman: Entonces, no todos los analistas han dicho “adiós” al fenómeno de la
Marea Rosa. ¿Cuáles son las posibilidades de que tendrá un impacto duradero?
Ellner: Hay varias indicaciones basadas en los acontecimientos pasados, de que
el fenómeno de la Marea Rosa persistirá en el tiempo. Es importante tener en
cuenta que los países de la Marea Rosa han tenido más poder de permanencia y
que hubo un mayor grado de unidad y solidaridad entre ellos que en el caso de las
oleadas progresistas y democráticas en América Latina en el pasado. Un ejemplo es el
surgimiento de gobiernos progresistas hacia el final de la Segunda Guerra
Mundial en Guatemala, Argentina y otros lugares. La lista de países de la Marea
Rosa es mucho más larga: Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina, Bolivia,
Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Paraguay. Y con la elección de
Andrés Manuel López Obrador, México puede ser agregado a la lista. Además, los
líderes de la Marea Rosa generalmente han retenido el poder por periodos
relativamente largos de tiempo.
Los gobiernos de la Marea Rosa jugaron un
papel decisivo en la formación y consolidación de varias organizaciones
regionales. Estas incluyen UNASUR, CELAC, ALBA y
MERCOSUR, todo lo cual promovió la unidad e integración latinoamericana. Los
líderes de la Marea Rosa desempeñaron un papel clave en el apoyo de las
naciones que enfrentaron situaciones de crisis política, especialmente
Venezuela en 2002-2003 y 2017-2018; Bolivia en 2006 y 2009, y Ecuador en 2010.
Este sentido de unidad es particularmente llamativo porque la Marea Rosa
incluyó a la izquierda moderada representada por el gobierno de Lula en Brasil
y la izquierda más dura representada por Chávez, que históricamente no siempre
han tenido relaciones amistosas.
Las perspectivas de futuro del movimiento
de la Marea Rosa también tienen que ser consideradas en el contexto del
debilitamiento histórico del sistema de partidos políticos tradicionales en
gran parte de América Latina y el fracaso de las élites políticas emergentes
“pro-establishment” para llenar el vacío resultante. Durante el período de la
Marea Rosa, los partidos a favor del modelo tradicional (que habían sido
elementos importantes en el sistema político de su nación durante un período de
muchas décadas), se convirtieron en sombras de lo que eran antes. Este es el
caso del Partido Radical en Argentina, el Partido Colorado en Uruguay, el COPEI
en Venezuela, el MNR en Bolivia, el Partido Demócrata Cristiano de Chile y los
Partidos Conservador y Liberal en Colombia.
Al mismo tiempo, el índice de aprobación
de los presidentes que se opusieron contra la Marea Rosa ha sido extremadamente
bajo, cayendo por debajo de la marca del 20 por ciento en el caso de Juan
Manuel Santos en Colombia, Enrique Peña Nieto en México y Pedro Pablo Kuczynski
en Perú. Ni siquiera hay que mencionar el caso de Michel Temer en Brasil, que
fluctuó entre el 3 y el 4 por ciento de aprobación. El descrédito de los
principales adversarios de los movimientos de la Marea Rosa aumenta la
posibilidad de su eventual recuperación.
Freeman: ¿Qué pasa con el auge de los gobiernos de derecha en toda la región y
en todo el mundo? ¿No amenazan las perspectivas de la Marea Rosa, al menos en
el corto plazo?
Ellner: Sí. Pero en otros aspectos los factores internacionales favorecen las
perspectivas de supervivencia de los movimientos de la Marea Rosa. Los
gobiernos de la Marea Rosa fortalecieron los lazos con dos potencias mundiales,
China y Rusia, mientras que la influencia de los Estados Unidos, que puso
resistencia a los gobiernos latinoamericanos progresistas, se desvaneció. Los
lazos económicos de Estados Unidos con América Latina disminuyeron, al igual
que su prestigio, que se desplomó bajo el presidente Trump. Los gobiernos de la
Marea Rosa han mantenido relaciones más estrechas con Rusia y China y más
tensas con los EE.UU., que ha sido el caso de los gobiernos conservadores y de
derecha. Los ejemplos incluyen a Argentina y Brasil. El ávido apoyo de Lula al
BRICS (organización conformada por Brasil, Rusia, China, India y
Sudáfrica) contrasta con la actitud tibia de Temer hacia el mismo bloque y los
comentarios hostiles durante la campaña presidencial de Jair Bolsonaro sobre
China.
Freeman: ¿Qué puedes decir acerca de los críticos de los gobiernos de la Marea
Rosa que están en la izquierda? Parece que hay un número creciente de ellos, o
se han vuelto más vocales en los últimos años, o tal vez ambos factores…
Ellner: los investigadores académicos del fenómeno de la Marea Rosa que la critican desde una
perspectiva izquierdista tienden a
centrar su discusión en la continua o incluso mayor dependencia de la nación en
la exportación de productos primarios, como el petróleo en el caso de Venezuela
y la soja en el caso de Argentina. El modelo que ellos critican es denominado
“neo-extractivismo”. Su argumento básico es que los gobiernos de la Marea Rosa
no han podido alterar la posición de su nación en la economía global y su
estado de dependencia (3). Por supuesto, su crítica a los gobiernos de la Marea
Rosa por no implementar estrategias efectivas para romper la dependencia de los
productos básicos a través de la estimulación de la producción local y la
diversificación, es justa. Desafortunadamente. El capitalismo global basado en
las multinacionales (es decir, los monopolios a nivel internacional), ha
demostrado ser más tenaz y abarcador que en el período anterior a la era de la
globalización, que se inició en los años ochenta. Los gobiernos de la Marea
Rosa no han podido aflojar este poder dominante.
Sin embargo, por el hecho de basar su
análisis en las estructuras económicas ligadas a la economía global, los
analistas neo-extractivistas restan importancia a otros factores claves. Para
muchos de ellos, el modelo extractivo es el punto de partida para su análisis
de todos los fenómenos sociales, políticos y económicos.
El énfasis en la estructura económica en
el marco de una crítica integral de la Marea Rosa tiene dos deficiencias
importantes. Si usted lee lo que la mayoría de estos intelectuales dicen, no
consiguen crear la conexión entre las acciones agresivas de adversarios
poderosos que generan desestabilización económica y política, y las políticas y
modelos que critican. La descontextualización lleva a conclusiones engañosas.
La decisión, por ejemplo, de desarrollar estrategias extractivas y optar por un
alto volumen de importaciones baratas, en vez de implementar una política de
sustitución de importaciones para favorecer a las empresas nacionales, se debe
entender en el contexto del apoyo del sector privado a los esfuerzos de
desestabilización. La desestabilización se volvió particularmente violenta al
inicio del gobierno de la Marea Rosa en Venezuela y Bolivia. De hecho, Chávez
habría sido poco inteligente de haber proporcionado subsidios y crédito para
fomentar la producción a la élite empresarial dominante que intentó derrocarlo
en varias ocasiones (4).
El mismo conjunto de circunstancias
explica la decisión de Chávez de priorizar los programas sociales sobre la
diversificación económica, que es una propuesta a largo plazo. Los programas
sociales produjeron dividendos inmediatos al asegurar el apoyo activo de los
sectores populares que salieron a las calles en reacción al golpe del 11 de
abril de 2002. Si Chávez le hubiera dado prioridad a la diversificación
económica por encima de los objetivos sociales, el resultado tras el golpe de
2002 podría haber sido diferente (5).
En segundo lugar, muchos de estos críticos
de la Marea Rosa basan su análisis en una perspectiva anti-sistémica, pero
fallan al no darle un peso significativo a las dimensiones progresistas de las
políticas que se han implementado. Los aspectos claves son los programas
sociales que generan una sensación de empoderamiento entre los sectores
populares, una política exterior nacionalista, la toma de control por parte del
Estado de las industrias de sectores estratégicos de la economía, y la
democracia participativa.
Freeman: No tienes que ser marxista para reconocer la importancia de la economía.
¿No es el énfasis en los factores económicos un punto fuerte en el análisis de
estos analistas?
Ellner: No, si el enfoque en la incapacidad de los países de la Marea Rosa
para salir de las garras de la economía global significa restar importancia a los
cambios sociales y culturales. Algunos de los principales marxistas históricos
han previsto el cambio en un sentido más amplio. Antonio Gramsci y Gorgy Lukács,
por ejemplo, defendieron los conceptos de hegemonía y totalidad a través de los
cuales la transformación sistémica es un proceso holístico que ocurre durante
un período de tiempo, manifestándose particularmente en el frente cultural. El
historiador E. P. Thompson escribió en términos similares sobre la transformación como una
acumulación de experiencias que abarcan períodos de un siglo, a veces llenos de
reveses políticos. Estos puntos de vista se prestan a una evaluación más
positiva de los gobiernos de la Marea Rosa en base a una perspectiva a largo
plazo.
Freeman: Entonces reconoces que los gobiernos de la Marea Rosa han tenido
serios defectos, pero al mismo tiempo señalas aspectos positivos. ¿Cuáles son
esos elementos positivos?
Ellner: Definitivamente hay pros y contras. En mi opinión, los críticos de la
izquierda han tenido cierta razón en su discusión de los contras, pero han
minimizado o ignorado completamente a los pros. El punto de partida lógico para
la evaluación de los avances de los gobiernos de la Marea Rosa y sus
implicaciones a largo plazo son los programas sociales. Los analistas neo-extractivistas
generalmente ignoran la importancia de la transformación de los programas
sociales de la Marea Rosa, incluso aunque reconozcan que su priorización y la
estrategia centrada en el estatismo en general, representaron una ruptura con
el pasado neoliberal.
Estos analistas señalan que los ingresos
por la exportación de productos primarios financian los programas sociales. De
esta manera, los programas sociales exitosos fortalecen la legitimidad de la
economía extractivista, o por lo menos eso dice el argumento. Es decir, los
programas sociales desvían la atención de los dañinos efectos económicos y
ambientales de extractivismo. (6)
Estos mismos críticos de la Marea Rosa
desde la izquierda fallan al no lograr equilibrar las críticas a los programas
sociales con el reconocimiento de sus méritos de largo alcance.
Específicamente, los programas sociales fomentan un sentido de eficacia,
empoderamiento y participación entre los no privilegiados, en particular los
sectores marginados de la población. Al mismo tiempo, sin embargo, en el caso
de Venezuela, ha habido un exceso de bienes y servicios gratuitos o muy
subsidiados, así como bonos que no se otorgan sobre la base de la
productividad, la educación u otras causas justificables. Así que la dimensión
social del gobierno tiene aspectos positivos y negativos.
Otra área con ventajas que los críticos de
Maduro ignoran en gran parte es el modelo de participación democrática, que fue
consagrada en las constituciones de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Los
referendos y las elecciones revocatorias a nivel nacional (un mecanismo que no
tenemos en los Estados Unidos), se han celebrado en los tres países.
Adicionalmente, la movilización como estrategia fue especialmente significativa
en situaciones en las que el gobierno respondió a las amenazas provenientes de
una oposición “desleal” al pedir a sus seguidores que salieran a las calles, en
lugar de intentar llegar a acuerdos desde arriba con las cúpulas de las élites
políticas. Desafortunadamente, el gobierno de Dilma Rousseff no utilizó esta
estrategia en el momento de su destitución.
Los analistas de ambos lados del espectro
político han criticado la concentración de poder en las manos del ejecutivo
nacional, un fenómeno conocido como "hiper-presidencialismo". Además,
en países como Venezuela, el partido político gobernante, el PSUV, está
encabezado por ministros, congresistas, gobernadores y similares. Por lo tanto,
carecen de un estatus semi-autónomo frente al Estado, lo que permitiría al
partido monitorear e inspeccionar el aparato estatal con el fin de combatir el
mal uso del poder y en especial la corrupción.
Freeman: ¿Hay otros aspectos con partes positivas y negativas?
Ellner: Los analistas neo-extractivistas subestiman la forma en que los países
de la Marea Rosa modificaron modelos económicos pasados enraizados en el
sistema de la empresa privada. Los gobiernos de la Marea Rosa en diversos
grados fueron más allá de las medidas regulatorias de tipo keynesiano al
fortalecer la participación directa del Estado en sectores estratégicos de la
economía. El control estatal de esos sectores ha sido una bandera de la
izquierda en América Latina que se remonta al pasado. El sector privado y la
oposición política se opusieron firmemente a estas medidas (Exxon y
ConocoPhillips se retiraron de Venezuela y demandaron al país en una corte
internacional). Los ejemplos incluyen medidas que proporcionaron al Estado una
participación mayoritaria en la compañía petrolera argentina YPF y en la
industria petrolera de Venezuela, junto con la expropiación de las industrias
del cemento, la electricidad y el acero y numerosas otras compañías en esa
nación; también la expropiación por parte del gobierno ecuatoriano de 195
empresas del grupo ISAIAS debido a sus tratos corruptos; y medidas tomadas en
Bolivia que proporcionaron al Estado un importante papel en la toma de
decisiones en el sector de hidrocarburos y otras industrias extractivas.
Posteriormente, algunas empresas estatales
como PDVSA se vieron afectadas por la corrupción. Sin embargo, al igual que el
hecho de que la mala gestión y la corrupción de la compañía petrolera mexicana
PEMEX no restó valor a la importancia histórica de la nacionalización de la industria en 1938, estas medidas tienen valor en sí mismas, independientemente de los
bajos niveles de eficiencia de algunas de las empresas estatales en los países
de la Marea Rosa.
Freeman: ¿Hay alguna política que se haya puesto en práctica sin
inconvenientes?
Ellner: El impulso nacionalista de la política exterior de los países de la
Marea Rosa. A pesar de sus simpatías hacia la izquierda, los analistas
neo-extractivistas tienden a pasar por alto estos logros. Los gobiernos de la
Marea Rosa insistieron en la incorporación de Cuba en la comunidad hemisférica
de naciones, endurecieron las posiciones de sus respectivas naciones a favor
del reclamo por las Islas Malvinas de Argentina y apoyaron iniciativas que
promovieron la unidad e integración de América Latina. Como parte de una
reformulación de la política de Medio Oriente, los gobiernos de la Marea Rosa
establecieron relaciones más estrechas con Irán y asumieron una posición pro-Palestina
más asertiva.
El papel activista de los líderes de la
Marea Rosa, especialmente Chávez, Lula y los Kirchner en favor de la unidad e
integración latinoamericana, tampoco tiene aspectos negativos, al menos desde
una perspectiva izquierdista. El objetivo era establecer un tipo de Unión
Europea para América Latina. Chávez fue el primero en señalar en la Cumbre de
las Américas en la ciudad de Quebec en abril de 2001 (donde fue el único líder
latinoamericano en oponerse al Área de Libre Comercio de las Américas, el
ALCA), que América Latina necesitaba primero lograr la unidad, después de lo
cual podría negociar con los Estados Unidos desde una posición de igualdad en
lugar de debilidad. Con la formación de organizaciones como UNASUR y CELAC, los
líderes de la Marea Rosa rechazaron el "panamericanismo", que
significa “unidad junto a los Estados Unidos y Canadá”, que históricamente ha
sido un eufemismo para la hegemonía estadounidense en el hemisferio.
Freeman: Dada la gravedad de la situación económica, ¿no es comprensible que
muchas personas han asumido una posición anti-Maduro?
Ellner: Quizás. Pero se necesita poner lo que está sucediendo en Venezuela en
contexto. Un punto de partida lógico es una mirada a la agresividad y la
hostilidad que se originan en la oposición venezolana. Ciertamente, la
oposición a los líderes de la Marea Rosa fue más intensa que en tiempos
normales. En muchos casos, los dirigentes de la oposición representaron una
"oposición desleal", ya que al cuestionar las credenciales
democráticas de la izquierda, desconocieron la legitimidad del gobierno, a
veces con la intención de lograr un “cambio de régimen” a cualquier costo.
Además, el cese de las inversiones por parte del sector privado generó escasez
y desempleo. En el caso de Ecuador, la radicalización de la oposición fue
respaldada por la facción financiera de la burguesía, cuyos intereses se vieron
particularmente afectados por las políticas de Correa.
El caso más extremo fue Venezuela, donde
la oposición a los gobiernos chavistas casi desde el principio fue inflexible y
adoptó diversas formas: las huelgas generales apoyadas por las empresas (en
realidad, “cierre patronal” sería un término más preciso), lo que llevó a un
golpe de Estado en abril de 2002 y violencia callejera en 2003, 2007, 2013,
2014 y 2017; no reconocimiento de resultados electorales en 2004, 2005, 2013,
2017 y 2018; una "guerra económica" que consistió en una huelga
general en 2002-2003, cese de las inversiones y la decisión de varias corporaciones
multinacionales de Estados Unidos de cerrar operaciones en la nación; la
campaña diplomática contra el gobierno venezolano por parte de Washington, la
OEA y el Mercosur; las duras sanciones económicas impuestas por la
administración de Trump y la amenaza de intervención militar; y la condena
sistemática por parte de los grandes medios empresariales de comunicación
nacionales y extranjeros, así como la jerarquía de la Iglesia.
Desafíos de esta naturaleza presionaron a
los gobiernos progresistas a hacer concesiones y llevar a cabo ciertas políticas que a la
larga socavaron la estabilidad económica y política, así como el logro de los objetivos planteados. Específicamente, los
gobiernos reaccionaron mediante la implementación de estrategias pragmáticas
para convencer o neutralizar a los miembros del sector privado y las
iniciativas populistas, para satisfacer las necesidades a corto plazo de los
miembros de los sectores populares y frenar a los disidentes. Estos conjuntos
de políticas en muchos países de la Marea Rosa, aunque políticamente tuvieron
éxito a corto plazo, a veces eran contraproducentes, en la forma de corrupción,
despilfarro de recursos y lentitud económica.
Freeman: ¿No hay espacio para aquellos que defienden posiciones distintas,
incluso contradictorias, dentro del movimiento de solidaridad?
Ellner: El debate de la izquierda sobre los aspectos positivos y negativos de
la Marea Rosa afecta el movimiento de solidaridad que se opone a las sanciones
financieras y la intervención extranjera, especialmente en el caso de
Venezuela. Así está, por ejemplo, la posición de "una plaga sobre ambas casas", que prácticamente niega que el gobierno sea mejor
que la oposición de derecha, y eso menoscaba la efectividad del trabajo de
solidaridad a favor de Venezuela. A falta de una invasión militar de un país
extranjero, es difícil convocar a las personas en torno a un gobierno cuyo
desempeño se considera deplorable. En este sentido, la situación venezolana es
diferente a la de Medio Oriente, donde la participación militar de los EE. UU.
en forma de tropas en el terreno es en sí misma una razón poderosa para que los
ciudadanos estadounidenses o los de cualquier país protesten,
independientemente de su opinión sobre los talibanes, Saddam Hussein o Bashar
al-Assad. Pero incluso en esos casos, la ausencia de una figura icónica como Ho
Chi Minh, cuya imagen positiva fortaleció la determinación de muchos
manifestantes en contra de la guerra de Vietnam, explica en parte la debilidad
del actual movimiento anti-guerra en comparación con los años sesenta. Así que,
el examen de las características específicas de los gobiernos de la Marea Rosa
tiene repercusiones que van más allá de las salas de clases.
Notas de pie de página
(1) Andres Oppenheimer, “Surprisingly, support for capitalism in Latin
America on rise despite leftist leaders” Miami Herald, 27 de octubre de
2017. https://www.miamiherald.com/news/local/news-columns-blogs/andres-oppenheimer/article181097946.html
(2)
Pía Riggirozzi y Diana Tussie, “The Rise of post-hegemonic regionalism in Latin
America,” en Riggirozzi y Tussie (eds.), The Rise of Post-hegemonic
Regionalism: The Case of Latin America. Dordrecht, Netherlands: Primavera,
2012, p. 10.
(3)
Maristella Svampa, “Resource extractivism and alternatives: Latin American
perspectives and development.” Journal Für Entwicklungspolitic 28, 2012,
pp. 43-73.
(4)
Steve Ellner, “Implications of Marxist State Theory and How they Play Out in
Venezuela.” Historical Materialism 25, número 2, 2017.
(5)
Steve Ellner, “Venezuela’s social-based democratic model: innovations and
limitations.” Journal of Latin American Studies 43, número 3, 2011, pp.
421-422.
(6) Eduardo
Gudynas, “Beyond varieties of development: disputes and alternatives.” Third
World Quarterly 37, número 4, 2016, pp.722-724.
(7) Mike González, “Being Honest
About Venezuela” Jacobin Magazine, 8 de julio, 2017.
Steve Ellner es un Editor
Asociado de la revista académica Latin
American Perspectives y profesor jubilado de
la cátedra de historia económica de la Universidad de Oriente en
Venezuela, desde 1977 hasta 2003. Entre sus numerosos libros sobre política e
historia de América Latina está Latin America’s Pink Tide:
Breakthroughs and Shortcomings, de la editorial Rowman y Littlefield (“La Marea Rosa de
América Latina: avances y deficiencias”). Es un colaborador frecuente de NACLA: Informe sobre las Américas.
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